domingo, 11 de diciembre de 2005

Objetos que desaparecen o cambian de lugar

El miércoles pasado le comentaba a un compañero de la ópera en la que actuamos en la ciudad de La Plata, que me había desaparecido mi viejo y querido encendedor blanco de mi mochila negra, misteriosamente, y luego apareció de la misma forma a los pocos días.

Ojo: lo busqué durante varias horas un par de días, por cada rinconcito de la mochila, por cada costura, pliegue y nada.
Da la "casualidad" que cuando me desaparece dicho encendedor estaba fumando demasiado, casi como nunca antes. En ese momento, es cuando me desaparece de la mochila donde yo estaba 99% seguro -siempre es bueno dejar un margen de duda- que lo había guardado.

La cosa es que ese mismo miércoles, unas horas antes de salir a escena, busqué el nuevo encendedor que me regaló una amiga y ¡oh, sorpresa! ¡Ahí estaba, sin tener que revolver mucho, el viejo encendedor blanco junto con el nuevo!

El mensaje que yo tengo -que coincide con el de un posible viaje astral no programado donde un espíritu de una mujer delgada de unos 45 años me masajea los pulmones y luego me predica a Cristo con un gran crucifijo plateado en su mano y de un posible mensaje telepático de mi madre donde me dice que no fume que me hace muy mal- es hacerme difícil el acto de encender mis cigarrillos, gracias a lo cual bajé la dosis en un 80%, ya que por esto en casa no fumé por casi una semana, ya que al asumir yo que el encendedor se había desmaterializado, capté el mensaje en seguida y lo primero que hice fue aprovechar para ventilar la casa, lavar mi cenicero y poner llaves arriba para al menos dejar de fumar en casa.

Pero con encendedor nuevo y algunas ansiedades, volví a comprar cigarros y fumar bastante y, bueno, en ese momento aparece el viejo encendedor junto con el nuevo.

Curioso, no?

Un abrazo,
Klau Fimiani

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