Seguro que conociste a más de tres. Son esas chicas paranoicas, muy tontuelas, bastante imbancables e intratables, por no decir insoportables y muy pero que muy histéricas --esto último va subrayado y con tinta fluorescente-- que todo cuanto uno diga o haga en las primeras charlas y en la primer cita --si da para concretarla, claro-- les da 'chuto'.
Todo, pero todo, cuanta cosa normal decís, ellas sospechan y ven raras, aviesas, ocultas intenciones en todo y en todos. Todo lo ven como Uuuuuuuhhhhh, qué mieeeeeeeeeeeeddddddddddddddddooooooooooo...
-¿Te paso a buscar por tu casa?
-¡¿¿Por mi casa...??! ¡Ay, me asustás...!
-¿Eh...?
-¡Y qué sé yo quién sos, no te conozco... podrías ser un violador serial...!
-¿Tenés novio?
-¡¿¿Por qué esa pregunta...??! ¡Ay, me asustás...!
-¿Eh...?
-¡Y qué sé yo quién sos, no te conozco... podrías ser un violador serial...!
-¿Querés venir a casa?
-¡¿¿A tu casa...??! ¡Ay, me asustás...!
-¿Eh...?
-¡Y qué sé yo quién sos, no te conozco... podrías ser un violador serial...!
-¿Nos encontramos en el parque, te parece bien? Llevo la bici y el equipito de mate.
-¡¿¿En el parque...??! ¡Ay, me asustás...!
-¿Eh...?
-¡Y qué sé yo quién sos, no te conozco... podrías ser un violador serial...!
Disfrutan, gozan casi hasta el orgasmo, dudando, sospechando, dando vueltas, infiniiitas vueltas... en zig zag... una y otra y otra más, van y vienen, ida y vuelta, "¡Ay, no sé...! te llamo en un rato"... "Ahora llamame vos...". Dudan, dudan, dudan... dudan de todo, todo el tiempo. Son paranoicas hasta la médula y te llevan de su húmeda mano fóbica a un resbaladizo terreno de delirios y fantasías, que solo existen en su propia y atormentada cabecita neurótica y repleta de suposiciones, prejuicios infundados, temores primitivos e infantiles y fantasmas varios.
Pero, como decía al comienzo de esta nota, sobre todo son muuuuy histéricas, ya que su mayor placer es llevar las cosas hasta lo más caliente, hasta casi casi casi llegar a concretar algo muy grande, algo de película, una súper producción de Hollywood y justo en ese momento, cuando la noche avanza, la adrenalina fluye y el círculo se cierra... les dirás:
-¿Sabés algo...? me gustás mucho...
Y ellas te dirán, implacables y con tonito de nenita campecina, boba e ingenua:
-¡¿¿Que te gusto mucho...??! ¡Ay, me asustás...!
-¿Eh...?
-¡Y qué sé yo quién sos, no te conozco... podrías ser un violador serial...!
Y mientras nos escupen --¡gracias a Dios, por última vez!-- su remanida muletilla paranoica, te empujarán del sillón, agarrarán sus cosas y se irán corriendo, dando un portazo.
Por todo eso, pido a los que manejan las cosas allá arriba en el Cosmos, ¡sáquenme a las insufribles asustadizas de mi vista y mi camino, por favor!
¡Gracias desde ya!
Un abrazo,
Claudio Fimiani
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