A esta altura del partido, es bien sabido -al menos para los observadores de la psique humana- que los argentinos, más aún los porteños, tienden a sentirse más cómodos mirando lo que hacen los otros en vez de animarse a hacerlo ellos mismos.
Digamos que lo suyo -si bien soy porteño, en esto no me incluyo- es ser cómodos espectadores en vez de trabajosos protagonistas.
Si hasta los cantitos populares lo dicen claramente: "es para fulano que lo mira por tevé". O temas del llamado "rock nacional", como el de Suéter, que también lo dice bien clarito: "A mí me gusta mirar, ¡es divertido! Y también criticar, ¡es divertido!".
Y un ejemplo bien concreto -y contundente- de esto, es lo de Paula "Avril X" Brindisi (foto), de quien me hice medio amigote y con quien tuve el gusto de compartir unos mates y una interesante conversa hace unos meses en la casa donde estaba parando, nos sacamos unas fotos vestidos y la ayudé de onda con su página web, quien como casi todos sabrán se hizo famosa porque cada tanto se divierte paseándose "en bolas", es decir ni más ni menos que como Dios la trajo al mundo, aquí y allá. ¡Y cuando lo hace en Argentina arma verdaderos revuelos en las calles! Cosa que no ocurrió en Barcelona, donde hasta el año pasado la muchachita ha residido por varios años y donde se ha desnudado decenas de veces en el medio de multitudes, sin por eso infartar a nadie, ni parar el tránsito, ni provocar decenas de gritos, desde felicitaciones a injustificados insultos gratuitos pasando por piropos realmente groseros como acá, ¡y mucho menos hacerse famosa por tal natural, inofensivo e inocente acto!
Y cuando uno ve las fotos de ella desnudándose por ejemplo en Barcelona, nada, todo tranquilo. La gente sigue su vida y por ahí algunos miran de reojo sonriendo con picardía y otros más serios, miran pero como sin ver y no pasa nada.
Pero acá, por donde pasa ella desnuda, siempre tiene un anillo de gente alrededor, conformado por emocionadísimos pajerotes mirones -los de las felicitaciones y piropos groseros- y por nerviosísimos pacatos/as hipócritas -los/as de los injustificados insultos gratuitos-.
Y con respecto a estos últimos, digo yo, si no les gusta lo que ven, ¿por qué no hacen un zapping mental/visual y miran para otro lado? ¿No es más fácil y saludable? Pero no, a un mirón de ley no se le puede pedir eso, porque aunque no le guste lo que ve, el pararse a mirar y criticar está en su naturaleza y además es algo que viene de familia, ¡fueron nacidos para mirar!
Pero, ¿para qué ir con ejemplos tan exagerados como el de nuestra amiga Avril, si con solo salir a la puerta de casa ya vemos varios giles atentos, muy atentos, que aminoran la marcha de sus pasos o directamente se paran para ver, observar y escrudiñar meticulosa y detalladamente, haciendo más que una fotografía mental un verdadero escaneo de cómo vestimos, con quién salimos, si estamos contentos, tristes o enojados y qué cosas llevamos en la mano?
O, peor, están los "Mirandas", verdaderos profesionales del espectáculo de la vida real, solos o en pequeños grupos de dos o tres -generalmente porteros, taxistas, kiosqueros y algún que otro vecino chusma que nunca falta a la cita-, que aparentemente no tienen mucho que hacer y lo poquito que tienen que hacer es tan pero tan aburrido que siempre están ahí parados, desde mucho antes, y seguirán ahí cuando regresemos tarde, siempre concentrados y mirando fijo, para hacernos el "check in" diario y fantasear vaya a saber qué disparatadas novelas con nosotros, ya que sus propias e insignificantes viditas consisten en ver como un reality show cotidiano la vida de los demás, como para tener algo un poco más interesante que charlar en casa con la patrona en la cena mientras ven la tele y así poder distraerse, una vez más, de ese karma que es no tener una vida, una vida propia y ser solo un pasivo espectador de la existencia de los otros, un auténtico mirón argentino.
Pero, ¿para qué ir con ejemplos tan exagerados como el de nuestra amiga Avril, si con solo salir a la puerta de casa ya vemos varios giles atentos, muy atentos, que aminoran la marcha de sus pasos o directamente se paran para ver, observar y escrudiñar meticulosa y detalladamente, haciendo más que una fotografía mental un verdadero escaneo de cómo vestimos, con quién salimos, si estamos contentos, tristes o enojados y qué cosas llevamos en la mano?
O, peor, están los "Mirandas", verdaderos profesionales del espectáculo de la vida real, solos o en pequeños grupos de dos o tres -generalmente porteros, taxistas, kiosqueros y algún que otro vecino chusma que nunca falta a la cita-, que aparentemente no tienen mucho que hacer y lo poquito que tienen que hacer es tan pero tan aburrido que siempre están ahí parados, desde mucho antes, y seguirán ahí cuando regresemos tarde, siempre concentrados y mirando fijo, para hacernos el "check in" diario y fantasear vaya a saber qué disparatadas novelas con nosotros, ya que sus propias e insignificantes viditas consisten en ver como un reality show cotidiano la vida de los demás, como para tener algo un poco más interesante que charlar en casa con la patrona en la cena mientras ven la tele y así poder distraerse, una vez más, de ese karma que es no tener una vida, una vida propia y ser solo un pasivo espectador de la existencia de los otros, un auténtico mirón argentino.
(¿Continuará...?)
Un abrazo,
Klau Fimiani
Un abrazo,
Klau Fimiani
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