jueves, 26 de noviembre de 2009

¡Qué vuelvan los vinilos!

Poco a poco, bandas y solistas nacionales e internacionales están lanzando sus grabaciones -además de en CD- en formato vinilo, nuevamente. Como diría nuestro amigo yanqui, el master del programa de Florencia Peña, ¡¡ENHORABUENA...!!

¡Era hora que las compañías discográficas -multinacionales e independientes- empiecen a escuchar lo que ya es un clamor de multitudes en el mundo entero!

Algunas lógicas razones de esta -aún incipiente- vuelta:
  • El factor melanco-emocional para quienes hemos convivido décadas y décadas con el querido y noble vinilo.
  • El factor melanco-emocional antes mencionado, transferido de padres a hijos, quienes con lógica envidia mueren por experimentar esa sensación, esa relación con el objeto vinílico, que el frío, moderno y poco amigable CD les robó (y ni qué hablar de los pequeñitos iPods portadores de miles de MP3s) y que creían para siempre perdida, salvo algún que otro raro vinilo de colección que siempre hubo en el mercado alternativo, mostrando su firme intención de no desaparecer jamás.
  • La relación con el vinilo es totalmente distinta que con el CD: para empezar es grande, generoso, tenerlo entre las manos es casi como tener un cuadro, un póster, es más que tener un libro, es pesadote, visualmente atractivo, gruesito, colma tu campo visual acercándolo un poco, podés tocarlo, contactarlo, acariciarlo, el interior de los sobres de los importados a veces tienen -además de posters gigantezcos de excelente calidad- perfumes (recuerdo los importados de Kiss, que yo cuando los coleccionaba en mi rockera adolescencia llegué a preguntarme si no le pondrían algún tipo de extracto que genere adicción, porque tanto yo como mis amigos nos pasábamos -luego del largo y casi orgásmico ritual de tajear cuidadosamente para que no se abra más de lo estrictamente necesario el celofán del termosellado y así abrir el sobre de las cubiertas sin romperlo- "drogándonos" aspirando ese delicioso perfume que parecía venir de otra dimensión y otro mundo, mucho más evolucionado que éste...
  • Y también leí por ahí que, cosa realmente muy extraña, parece ser que algunos sonidos se pierden en el formato digital y no así en el análogo de los vinilos. Es raro, porque el sonido digital es el sonido master en estado puro, sin ningún tipo de apoyo, sin la fritura del vinilo ni el silvido grosero de los cassettes o tapes. En esto todos estamos de acuerdo: muerte definitiva al cassette, solo pueden servir como memorabilia, como vintage, para coleccionistas de antigüedades, pero quedó bien demostrado que las "cajitas" no funcionan, ya que la calidad del sonido es malísimo y estéticamente, como objeto, no colma ni las mínimas expectativas. Mucho peores que los magazines que según me apunta mi cliente, colega melómano y amigazo, Juan Carlos -comprador y vendedor de discos como yo- eran bastante buenos y tenían 8 canales. Sin embargo, en el caso de la vuelta del vinilo, no creo que se trate de una cuestión de mayor calidad sonora, el sonido digital del CD es altamente superior, por no decir perfecto y no creo que pueda ser perfeccionado mucho más y si uno los compara está claro que el del vinilo -aún nuevito y sin frituras- es inferior. Pero sí es cierto que este último tiene una profundidad que el sonido digital no tiene. Esa profundidad sumada a alguna friturita aquí y allá le da otro tono a la música y al acto de escuchar música. Una calidez, una sensibilidad... En definitiva, una humanidad, que por supuesto el CD, en su natural perfección, nos quita. Por eso uno no termina de identificarse del todo con el objeto CD de tan perfectito y frío que es y sí en cambio no podemos dejar de identificarnos con el querido, el amigo, el grandote, fiel, cálido, copado, visual, casi humano, vinilo de siempre...

Para las discográficas -esta vez nunca mejor dicho- sería un negocio "redondo", ya que obviamente lo ideal sería tener los discos en ambos formatos o soportes, ya que ambos aportan sus beneficios y juntos forman un todo -ahora sí- perfecto.

Esperemos también que las fábricas de equipos de audio tomen nota de esta por ahora más que tímida tendencia mundial y acompañen esta vuelta, proveyendo a los nuevos equipos y centros musicales de una buena bandeja hi-tech en sus partes superiores. Sé que suena medio delirante, con mezcla de ciencia ficción y tunel del tiempo y muchos pensarán que esto es una loca utopía...
Sin embargo, me cuenta un amigo que viene de vivir en Alemania que allá es muy común, al mismo tiempo que acceder a lo último en tecnología, conservar lo bueno del pasado, incluído no solo coleccionar y escuchar vinilos, sino también... discos de pasta... Sí, sí, leyeron bien: ¡de pasta! (o acetato o cómo se llamen).

¿Ustedes qué opinan? Según Juan Carlos, soy un romántico idealista y estoy soñando si espero que este tímido retorno a las bateas argentinas sea algo más que una moda pasajera. Y probablemente, tenga razón...

De todas maneras, aunque más no sea por el placer de alimentar utopías, sigamos pidiéndolo: ¡Qué vuelvan los vinilos!

Un abrazo
Klau Fimiani

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