miércoles, 27 de septiembre de 2006

Cosas que aprendí sin Internet

Asumiéndome como un internetadicto de la primera hora y luego de estos cinco largos meses en los que por primera vez en más de una década estuve --por diversos motivos que confluyeron de una forma evidentemente cósmica-- sin conexión a Internet en casa, saco las siguientes conclusiones:

Me di cuenta que se puede vivir sin Internet. Pero que la vida es mucho mejor con Internet... si se aprende a usarla bien, cosa que yo estoy haciendo ahora.

Volví a utilizar recursos dormidos que hacía muchos años no necesitaba utilizar, por ejemplo para volver a conocer chicas en ámbitos reales y no solo virtuales como el chat, el mail y otros medios internéticos. (De todas maneras --al menos para mí, que soy algo tímido-- es mucho más fácil, simple y cómodo por Internet).

Recuperé la vieja charla telefónica, costumbre que casi había perdido, debido al email y el chat. Y además, me lanzé a la aventura de llamar a viejas amistades de las que hacía mucho no tenía noticias reconciliándome incluso con algunos y algunas que creían que debido a mi abrupto silencio yo estaba enojado, ofendido o que ya me había olvidado de ellos, ¡cuando lo mío pasaba totalmente por otro lado!

Me di cuenta que se puede bajar la adicción a la Red y --aunque al principio parezca una misión imposible-- se puede sobrevivir a ella, aunque para eso tuve que pasar los primeros dos meses con un verdadero "síndrome de abstinencia", que en mi caso incluyó depresión, náuseas, ansiedad, cambios de ánimo, etc. Pasados los primeros dos meses, los síntomas se fueron apaciguando y mi estado de ánimo normalizando. Y, aunque parezca mentira o difícil de creer, ya por el cuarto mes casi me había olvidado de Internet. De todas maneras, yo en el fondo sabía que mi alejamiento de los procelosos mares de la Internet era algo temporal, pero trataba de vivirlo mentalmente como algo definitivo, solo para educar, controlar y poner en vereda a mi adicción, de una sola vez y para siempre. Darme cuenta que realmente podía manejarla y vencerla, me hizo sentir fuerte y levantó mucho mi propia estima y mi propia visión.

Volví a hacer cosas simples y cotidianas que tenía agendadas mentalmente para hacer desde hacía un par de años y que por estar casi totalmente absorbido por la Net no hacía y había casi abandonado, por ejemplo: leer libros que me había comprado y otros que me había bajado de Internet desde hacía mucho tiempo y que fui acopiando y acopiando, sin llegar siquiera a darme el tiempo necesario para leerlos tranqui y además disfrutarlos porque siempre estaba conectado bajando y bajando más y más y más cosas sin poder parar. Ver videos y escuchar musica que me había bajado, grabado y archivado.

Vi más películas en el cable.

Cuidé un poco más de cerca a mi viejo, que está con los achaques típicos de sus 83 pirulos.

Mejoré mucho como cocinero y "amo de casa", logrando incluso inesperados aplausos y elogios por mis esmerados platillos y creaciones culinarias.

Visité amigos y familiares que hacía mil que no veía ni me veían, porque uno lo dejaba siempre para "otro día, más adelante, cuando tenga más tiempo".

Volví a dormir mejor, más profundamente ya que me desaceleré y relajé interiormente.

Volví a salir a correr al parque Centenario como en los viejos tiempos y a hacer gimnasia en casa.

Retomé la meditación y los buenos hábitos.

Casi podría decirse que dejé de fumar y de tomar alcohol, aunque de esto último, por ahí un finde un vaso de cerveza o una copa de 'champú' me sigo permitiendo. Pero comparado con cómo fumaba y tomaba hasta el año pasado lo de ahora es prácticamente nada.

Es decir que junto con la disminución casi total de mi adicción a la red de redes --y por lo tanto al bajar unos cuantos cambios-- desaparecieron todas mis otras adicciones: al sexo por el sexo, al cigarrillo, al alcohol, a la comida, a las relaciones personales superficiales y efímeras, a la adrenalina de conocer casi todos los días una chica nueva y siempre querer más y más y más...

Volví a poner más energía en encontrar nuevos proyectos laborales y en trabajar de lo que me gusta y cómo me gusta.

Compuse y grabé mi primer disco de música electrónica alternativa, del cual ya tengo el demo (www.audiri.com/klauzen). También retomé la escritura. Y retomé el hobbie de la fotografía, logrando incluso algunas buenas fotos, que luego les compartiré en este espacio virtual.

Pensé y reflexioné muchísimo y profundamente sobre mi propia vida. Y puedo decir que de verdad ordené con absoluta tranquilidad muchas cosas que tenía totalmente desperdigadas en mi cabeza y en mi vida.

Todas cosas que, aunque parezcan sencillas y de todos los días, hacía años que tenía relegadas, debido a mi ciberadicción en aumento.

Ahora vuelvo a conectarme otro rato (en principio, algunos meses) desde casa y, obviamente, me siento como pez en el agua, otra vez. Pero mi conciencia cambió. Ya no soy el mismo de antes. Aprendí un montón de cosas. Crecí. Maduré. Y lo digo totalmente convencido, no me cabe la menor duda. Es un cambio tal vez sutil a simple vista, pero clarísimo y sin retorno --espero--, al menos desde mi punto de vista. No sé qué notarán los demás.

Miro para atrás --hasta hace tan solo cinco meses atrás-- y veo con ternura y compasión a un niño grande e inmaduro, voraz y acelerado --como si estuviese bajo el efecto de un poderoso estimulante-- totalmente dominado por su adicción a la Net...

En definitiva, la Internet está buenísima, no lo niego y de hecho ya al comienzo de esta nota aclaré que la vida es mucho mejor estando conectado, pero deja de ser buena si uno se vuelve totalmente dependiente a ella. Si deja de ser el medio maravilloso que realmente es, para convertirse en un fin en sí mismo, en una gran boca que nos devora y demanda toda o casi toda nuestra valiosa energía.

Un abrazo,

Claudio Fimiani
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