martes, 29 de diciembre de 2009

Un agradecimiento y un homenaje, para despedir el 2009

    La semana pasada me llegó un mail de la producción de TN felicitándome porque la nota Buscamos a Enrique -en la que el 12 de diciembre del año pasado yo y mi familia buscábamos con angustia a nuestro padre, de 83 años, que se había perdido al ir a la manifestación del 10 de diciembre de 2008 por los 25 años de Democracia- estaba nominada entre las mejores 150 de más de 60.000 publicadas en ese portal y se nos invitaba a la fiesta de entrega de los premios Mario Mazzone 2009 al periodismo ciudadano en la que, finalmente, no recibí el premio mayor -ya que hubo otras notas y videos mucho más populares y con mayor llegada en la ciudadanía- pero sí una mención de honor de parte de Sergio Lapegüe ni bien comenzado el acto de entrega de premios y un obsequio simbólico (el último disco de Cerati junto con una púa del guitarrista) de parte de los productores del programa.


Sin embargo, para mí fue muy emotivo este reconocimiento. Quiero contarles entonces las cosas que se me venían a la cabeza cuando me enteré de la nominación:


    Pensé que, lamentablemente, nuestro viejo, Enrique, ya no está físicamente entre nosotros... Pero... no tengo dudas de que él también estuvo presente en el acto, mirándonos desde allá arriba junto con el señor Mario Mazzone, el negro querido, para quienes han tenido la suerte de tenerlo de compañero y amigo.
    Pensé que hubiese sido un verdadero honor recibir un premio que lleve el nombre de quien no solo fue un intachable profesional sino también, según quienes lo conocieron, algo más importante aún: un tipazo y un gran ser humano.


    Y pensé... ¿qué mejor que aprovechar esta ocasión y el final de un año muy difícil tanto para el país como para nuestra familia, para rendir homenaje a estos dos ejemplos que tanto nos hacen falta como sociedad?


    Mi viejo nos enseñó desde niños valores como la libertad, la justicia, la democracia, la tolerancia, el respeto al que piensa distinto...


Por eso espero que en estas Fiestas esta mención de honor hacia la nota de mi viejo, nuestro viejo, don Enrique, contribuya a fomentar la unión y la paz que tanto necesitamos como Nación y como comunidad.


    Muchísimas gracias entonces por esta importante mención que tiene un valor muy emotivo para mí y para mi familia, gracias al equipo de periodistas que formó parte del jurado, gracias por supuesto a TN y la Gente por haber sido el nexo, el primer eslabón de una larga cadena de solidaridad que se fue multiplicando. Solidaridad que afortunadamente sigue existiendo en la Argentina, porque cuando pedís ayuda de corazón, la gente está, y está desinteresadamente.


    Uno a veces despotrica contra nuestro país... pero durante aquellos días de tanta angustia recibimos llamados y mensajes desde todo el país, desde todos los sectores de la comunidad con un nivel de preocupación, afecto y sensibilidad que realmente nos llenaba de paz y de fuerza para seguir adelante hasta que por fin pudimos encontrarlo a la semana, gracias a la ayuda mancomunada de todos. Y esto dista mucho de ser una frase hecha, porque realmente fue así.

    ¡Muchísimas gracias a todos y feliz Año Nuevo!


    Klau Fimiani y familia



Un abrazo,

Klau Fimiani

domingo, 6 de diciembre de 2009

Hoy todos quieren conchetear

Hace un par de años que quiero escribir este post. Pero quise dejar pasar el tiempo para ver si lo mío era una observación demasiado subjetiva, temporal, parcializada, apresurada y, por lo tanto, errónea.

El tiempo -tristemente- me demostró todo lo contrario: no solo tenía razón en aquella primera observación, sino que cada vez que pasa el tiempo tengo más razón todavía, porque este raro fenómeno globalizador que enaltece la "normalidad", la "felicidad", la "belleza" y el ser así todos igualitos, como fabricados en serie, ya es pasión de multitudes...

Desde el viejo punk de la esquina que ahora tiene una fábrica de no sé qué muñequitos y es un exitoso "pequeño empresario", hasta el militante de izquierda -que hasta hace un par de años se llenaba la boca predicando contra el imperialismo y la sociedad de consumo- pasando por los pibes cartoneros, todos quieren entrar en el mundo de los super celulares hi-tech y las super zapatillas de $600.
¿Pero qué les pasa, me quieren volver loco o les lavaron el cerebro...?


Y no sólo eso, ahora todos -además de pseudo conchetos- se volvieron maduros, fríos, racionales y pragmáticos cual ministro de Economía, y con una novedosa e inédita papa en la boca como una mala imitación de Macri acompañada por una brillante y falsa sonrisa de político de derecha en campaña, te salen con definiciones "maduras", como éstas:
"¡Madurá, Claudio...! El rock, la rebelión, el hippismo, el punk, las transgresiones, el anarquismo, el idealismo, la libertad absoluta y 'todas esas cosas', fueron solo simples manifestaciones de la adolescencia... y tanto vos como yo hace rato dejamos de ser adolescentes... Ahora solo tenemos que dedicarnos a trabajar y formar una buena familia..."


O el consabido verso expresado por los más culpógenos, aunque no menos hipócritas que el resto: "¿Sabés qué pasa? Yo me meto bien en el sistema, para destruirlo desde adentro..."

O varias ex amigas de la adolescencia, ex heavys y punks posta en los primeros '80s, esas que pegaban patadas por todos lados con sus pesados borcegos, esas que insultaban a las chetas perfumaditas en la cara, esas que insultaban a los policías en una época que nadie se atrevía siquiera a mirarlos, esas que pegaban alaridos primales y ováricos en medio de las silenciosas noches porteñas, cuando la mayoría -a fuerza de costumbre- aún ni se animaba a hablar, te gritaban 'blando y careta' si te reías demasiado seguido o eras demasiado complaciente, esas que escuchaban V8, Motorhead, Judas, Sex Pistols y hardcore casi las 24 hs. del día, que se tiraban así nomás en el piso sucio con sus camperas de cuero, sus tachas, muñequeras y cadenas en pleno verano, para chupar unas birras frías, y que me encontré hace poco en el Facebook después de como veinte años y que ahora escuchan a Ricky Martin y la música más comercial que te puedas imaginar, lucen como verdaderas damas, cuidan sus modales, sonríen, laburan todo el día en importantes empresas y además son amas de casa y sacrificadas mamás tradicionalistas, como lo fueron nuestras viejas...


¿Así que todo aquello que nos juramos en un verdadero pacto casi de sangre y de por vida quedó reducido a una mera moda, a una etapa a superar, a una especie de molesto acné o sarampión adolescente? ¿Para qué se rebelaron en su adolescencia con tanta furia, contra sus padres, contra el sistema, el poder, la sociedad toda y la mar en coche, si cuando "adultos" están haciendo lo mismo -o incluso peor, mucho más sofisticado y sutil, es decir perfeccionado- que antes criticaban y rechazaban de plano con todas sus energías...?

Hablan de ellos mismos, recordando aquellas épocas de rebeldía -en el caso de que no hayan decretado una amnesia de su pasado y recortado esa etapa como varios casos que conocí...- no con nostalgia u orgullo, sino con vergüenza, como si hablaran de un hijo con problemas mentales: "Eh... es que esa época la tengo medio borrada de la memoria..." "Es que estaba loquita, Claudio", me dijo hace poco una vieja compañera de aquellas gloriosas épocas (aproximadamente 1981-1987) que también me reencontré en el Facebook, con quien "luchamos por el metal" codo a codo, boreceguí a borceguí y muñequera a muñequera, en las calles de Buenos Aires en los días finales de la dictadura y los primeros días del renacimiento democrático. Otro viejo amigo que reencontré por el mismo medio me dijo "era un pendejo zarpado totalmente inconsciente, que no sabía lo que hacía. Ahora maduré, crecí, me calmé y me arrepentí de muchas cosas".

Así las cosas, a mi generación, que se perdió experimentar el heroicismo de las luchas de clases de los '60s y '70s -que demostraron claramente que tanto el capitalismo como el comunismo son las dos caras de la misma moneda perversa e injusta, una moneda que ya no garpa- y que también se perdió a Woodstock y toda la movida espiritual que sacudió al mundo por aquellos años, ni siquiera parece quedarle el gustito de haber ganado -o al menos peleado hasta el final de las fuerzas- la batalla de la "rebelión parakultural" que se esbozaba allá por los primeros '80s. Y una vez más, como en 1976, en 1989 y en 1995, parece triunfar el vacío y lavado pragmatismo del sin sentido, el conformismo, el convencionalismo, la hipocresía, la repetición sistemática y automática (¿inconsciente?) de las viejas, viciadas -y totalmente perimidas hace añares- estructuras y pautas de conducta, la chatura y la "normalidad" prejuiciosa y excluyente.


Y dale que va...

Solo unos pocos seguimos siendo casi tan inconformistas como cuando adolescentes y seguimos pensando que la vida es mucho más que solo trabajar, hacer plata, vestir a la moda, formar "una linda familia" para así todos juntos, sanamente y en familia, sentarnos a la mesa a cenar viendo a Tinelli (¡Puaj!) o a Susana (¡Puaj!), y/o ir a la cancha los domingos con los pibes y/o ir a bailar con amigos y/o hacer aburridas "claringrillas" entre semana -jamás leer un libro que haga pensar...- y/o ir un rato al gym o al club y/o juntarte con familia y/o "amigos" a ver cine shampoo y comer pop corn o palomitas de maíz (jamás "pochoclo", que es como siempre hemos denominado los argentinos al maíz inflado) y/o... pará de contar...


Sin embargo, también es cierto que yendo todo el tiempo a contramano de la masa, del rebaño sumiso, es muy desgastante después de tantos años seguir dando explicaciones, como el primer día a los 15 años, de por qué sos cómo sos, como Luca a la rubia tarada... No entienden que uno pueda ser nada más que uno mismo, se han olvidado tanto de lo que significa simplemente ser uno mismo, se han alejado tanto de sí mismos, que solamente por expresarte libremente -tengas la edad que tengas- piensan que estás en una actitud de ataque, de rebelión o de ridícula inmadurez. A ese punto llegó la estupidización masiva.

 ¿Habrá que dejarse de "boludeces", entrar de lleno en el sistema y ponerse a conchetear, entonces...? Eso sería renunciar a ser seres humanos, individuos y sujetos, para auto reducirnos concientemente a sólo simples objetos de consumo, objetos consumiendo objetos, por más geeks o "hi-tech" que seamos. ¿No nos merecemos y tenemos derecho como seres humanos a un poco más que eso?


Un abrazo
Klau