miércoles, 18 de julio de 2007

Túnel del Tiempo: The Cure en Ferro, 1987






Otro ejemplo de violencia y descontrol. Recuerdo con bastante claridad esa nefasta y a la vez divertida y calurosa noche de mediados de marzo del '87. No recuerdo si fue la primera o la segunda fecha. Pero recuerdo el evento por varias razones. Para empezar, tuve la mala -¿o buena?- idea de ir con mi novia de ese momento, quien era una chica de 20 años -yo tenía 19-, pop-rocker "a la yanqui", quien vivía hacía un par de años en San Isidro -no cheta, pero podría parecerlo a simple vista- pero que antes había vivido cinco años en Miami en su etapa de high school. Como quien dice, en una burbuja. Una chica de su casa, vamos, acostumbrada a cierta cosa fashion que había -¿hay?- en USA con el rock, al olor a aire enlatado de los aires acondicionados, al perfume importado y los pisos lustrosos como cancha de basquet, casas inmensas, piscinas y mucho viaje en avión. De esa realidad de seguridad "a lo Disneylandia" a la que vivimos en los conciertos de Alakrán -banda argentina de glam metal de los '80s- en el GBA Sur, donde "había goma" casi siempre y a la que vivimos esa mítica noche en Ferro, hay un buen trecho, les aseguro.

Ni bien llegamos a las cercanías de Ferro -se nos había hecho un poco tarde- obviamente sabíamos que el concierto ya había empezado porque escuchábamos a los Cure y a la gente cantando, pero no logramos llegar a las puertas del estadio cuando un verdadero ejército de la montada, incluyendo motos, camiones celulares, perros policías, etc., se nos lanzan literalmente encima. Mi novia, que era una lady de verdad, se cae al piso, se lastima, se descompone, grita pero se la banca. A mí un milico a caballo que pasa trotando rápido, me mira a los ojos, me apunta con un trabuco así de grande y me dispara en el pecho, explota el tiro, siento el impacto en el pecho, tropiezo y caigo. Pensé que me había dado. Asustado me miro y no tengo nada de nada. Esa noche portaba una remera blanca y me hubiese dado cuenta al toque.

Me levanté, a los saltos avancé unos metros, agarré a ella de la mano y empezamos a correr a tontas y locas en medio de una verdadera batalla campal. En realidad, ahora me doy cuenta que inconsciente e inocentemente -ajenos a la realidad de las canchas de fútbol ya que ni a ella ni a mí nos apasionaba este popular deporte- habíamos caído en medio de la zona equivocada, donde estaba toda la policía montada. Corrimos un montón en un estado de adrenalina total alrededor del estadio y nos percatamos que algunas de las puertas estaban abiertas. Así que no dudamos y nos mandamos corriendo enloquecidamente, junto con otros tantos fans que estaban a nuestro alrededor.

Llegamos por el cesped relativamente cerca del escenario y lo primero que nos llamó la atención en ese momento fue el barandazo a porro que había. Mi novia jamás le había siquiera sentido el olor de cerca al faso y ni lo conocía. Y era tan intenso que a los pocos minutos estábamos totalmente "pegoteados". Eso, sumado al relax posterior a los nervios y la tensión por la situación vivida anteriormente hizo que flotáramos ambos en un microclima que era algo así como la atmósfera de otro planeta. Un planeta oscuro que en comparación con lo que acabábamos de vivir era dulce y cálido como un útero materno.

Ya entrando en lo musical, la banda no sonó demasiado bien. Es más, un poco nos decepcionó. Nosotros teníamos todos los "cassettes" del grupo y coleccionábamos las fotos, entrevistas y artículos que salían en las revistas y magazines especializadas tanto nacionales como importadas. Podría decirse que éramos bastante fans de The Cure. Pero la verdad es que a nuestro juicio sonaron flojos, algo desajustados. Eso sí, ¡el bajo a full! Y si no me creen, pregúntenle a los vecinos del barrio de Caballito, quienes vivieron un verdadero mini-terremoto con temblores y vidrios rotos incluidos, detalle que la prensa de aquel entonces no omitió.

Pero más allá de ese bajo que te rompía el cerebro de placer, casi como un orgasmo sónico, no sonaron muy bien. Pero claro, eran The Cure y se lo perdonamos.

Mi chica, quien hablaba Inglés a la perfección y era fan de muchas bandas incluyendo a The Cure, se cantó todos los temas super copada y conectada con el show. Y, a pesar de todo lo que pasamos en esa previa, lo disfrutó. Y eso me hizo sentir mejor, que la aventura había valido la pena. Y también supongo que a ella todo eso la hizo crecer un poco y ver qué había más allá de su "burbuja yanqui". Como si fuese poco, además tuvimos el resarcimiento de haber entrado "gratarola" ¡Qué tanto!

A la semana, leímos en la revista "Pelo", la cual también coleccionábamos claro, que los de la banda declaraban bastante angustiados y sorprendidos por los desmanes en Ferro, que creían que se habían equivocado y aterrizado en Beirut o algo así.

Y hete aquí, dicha nota:

*     *     *



Diario de viaje The Cure en la Argentina
14 al 19 de marzo de 1987

Por Robert Smith (The Cure)


Sábado 14/3

Despierto a las 9 a.m. luego de haber dormido 4 horas y alucinando cosas horribles camino al aeropuerto de Heathrow. Estamos todos pálidamente sonrientes, salvo Bill (Chris Parry, cabeza de Fiction Records, función durante el tour: desconocida) quien llega tarde, como siempre. A pesar de este notorio intento por enterrarnos, viajamos a Madrid con el tiempo suficiente. Aterrizamos en España casi al mismo tiempo que dejamos Londres y buscamos el hotel más cercano para seguir durmiendo. Terminamos tocando "Name that Tune" en el asqueroso nuevo sintetizador Casio de Lol (Tolhurst) durante todo el atardecer. Cuando estamos por "See Emily Play", el mini bar está vacío. Volvemos al aeropuerto a las 8 y abordamos el 747 de Aerolíneas Argentinas que nos llevará de Río a Buenos Aires. Aprieto mis dientes y me tiro hacia atrás mientras el vuelo comienza.

Domingo 15/3

Luego de 9 horas de hablar, leer y caer rendido por el sueño, el avión aterriza en Rio. Lo asean, llenan de combustible y, luego de 2 horas de retraso, volamos a Buenos Aires. Llegamos a las 9 a.m., hora local, sintiéndonos menos que bien: hace calor y está horriblemente soleado y todos están usando lentes de sol.

Luego de ser sometidos a varias y brutales revisiones y chequeos en el aeropuerto, nos dirigimos por una puerta hacia un auto que nos espera: hay gente por todos lados y una caravana de automóviles con gente que grita, gesticula y nos toca bocina, nos sigue todo el camino hacia la ciudad. Buenos Aires tiene el prototipo de las grandes ciudades, alberga una mezcla entre lo viejo y lo desmoronado y lo que está a medio camino de ser terminado, de entre lo que surge repentina, ruda y anacrónicamente el enorme reflejo de las torres del Sheraton Hotel, nuestro hogar durante los próximos 4 días.

Hay alrededor de 500 personas afuera y, tan pronto como salimos a saludar, surgen hacia nosotros. Sin muchas ganas de conversar y encariñarnos con nadie, saltamos del auto y corremos hacia el hotel y me doy cuenta de que me estoy sintiendo algo peculiar. Seis horas en cama hacen el truco de magia que pone al "Team Cure" a jugar al pool y a beber.

Domingo 15/3

Gradualmente, nos vamos sintiendo mejor y decidimos salir y conocer un poco a la gente. Más de 100 personas todavía esperan fuera por nosotros y son un grupo muy amable. También conocemos al hasta ahora desconocido 'Oficial Bananafishbones Fan Club', nos tomamos interminables fotos antes de irnos para ingerir una muy sedadora comida italiana (?) y todos nos vamos a dormir a las 12.

Un día extraño

Lunes 16/3


Despierto de un delirante descanso a las 11 e inmediatamente pongo al "líder" a funcionar. Las cortinas se abren y se cierran a las 12: hace mucho calor y está horriblemente soleado. Escribo algunas cartas y luego me uno a los otros abajo: hoy es día de conferencia de prensa y durante las próximas horas tratamos de responder honestamente a preguntas sobre: Killing an arab, Maradona, killing a Thatcher y sobre nuestra salud mental, etc., etc. Es interminable. Y el escape es rápido y engañoso, lo suficiente para que lleguemos a mi cuarto una vez más para tomar un ron revitalizador. Otra vez, enfrentando a la multitud, salimos, tomamos un auto y el viaje al Club Ferrocarril Oeste se asemeja al "Loftus Road". Al salir del auto hacia el conglomerado de flashes, un cúmulo de saliva llega a mi garganta. Una pelota aparece y estamos distendidos y cantando, pero el juego no dura lo suficiente y el "Team Cure" pronto se desintegra en medio de un tumulto de gritos: "¡Mano!", clamamos por la trampa. Los participantes argentinos simulan no entender. Nuestra prueba de sonido dura un par de horas y termina alrededor de las 10 y con una alborotadora visita al "Fish Ristorante" el día culmina en el piso 24 del hotel, soñando suavemente.

Martes 17/3

Despierto forzosamente a la una, bebo varias tazas de café y volvemos al campo: hace calor y está horriblemente soleado, pero probamos sonido hasta la perfección durante otro par de horas y luego nos derretimos hacia el vestidor asignado a los "visitantes". Hago otro par de entrevistas y recibo la camiseta de la selección nacional de fútbol, un ramo de rosas rojas y el mensaje de un hombre que luce insanamente parecido a Tootsie. Y luego, el sonido de vidrios rotos. Al parecer, ha habido una confusión, nos dijeron que
hubo reventa de entradas -19,000 entradas vendidas para un campo que soporta 17,000 personas- como lógica consecuencia, apareció un grupo de "punteros" tratando de llegar al área de juego por otros métodos: un disturbio a gran escala se sucede, con numerosos autos policiales tumbados, varios perros asesinados y un vendedor de panchos muerto de un paro cardíaco. Por alrededor de dos horas, tocamos en medio de una ensordecedora algarabía antes de apresurar la huida, gritando, subimos a un auto para escapar. Nos
cuesta un rato largo para que se nos despeje la mente y terminamos tomando un temprano desayuno en el bar, antes de irnos a dormir.

Miércoles 18/3

Levanto las cortinas al inevitable demasiado caluroso y horriblemente soleado día, la gente acampa fuera, me apresuro al cuarto de Simon para tomar algo de leche y chusmear. Vamos al estadio a las 3 y cuando empezamos una corta prueba de sonido, el sol golpea a 100 grados. Nos derretimos hacia un cuarto, para cambiarnos, entre entrevistas, escucho a Nick Drake y Billie Holiday. El ruido de arriba crece, inexorablemente, y nos miramos con nerviosismo unos a otros mientras nos dicen que esta noche descartemos otra "confusión" de tickets, que no habrá problemas. La masa de gente anticipa nuestra llegada al escenario y, a pesar de las barricadas ahora más altas y la policía extra (o, mejor dicho, a causa de las barricadas más altas y la policía extra) la batalla comienza.


Miércoles 18/3

En la mitad del set de canciones hay varios uniformados con fuego en su cuerpo, con la mayoría de sus camaradas refugiándose bajo el escenario de la incesante y despiadada lluvia de monedas, piedras, butacas y vasos. Desafortunadamente, no todos estos objetos son tirados con puntería y Porl (Thompson) es el primero de nosotros que es golpeado. Cuanto más sigue esta situación, más nos amargamos y cuando una botella de Coca me da justo en la cara durante "10 15'", paro de cantar y encaro a la multitud.

Terminamos con una gloriosa versión punk-trash de "Arabs-a-go-go" y nos vamos. Afuera, el campo no tiene nada que envidiarle al centro de Beirut y estamos más que aliviados de haber podido alcanzar el refugio del hotel. Me voy a la cama hecho pedazos, los otros pasan la mayor parte del tiempo en el bar, mientras yo sueño con asesinatos.


Jueves 19/3

Despierto sintiéndome fresco a eso de las 11:30 y vamos al aeropuerto a la una, luego de una corta pero animosa entrevista con "Reuters" y una prolongada sesión de despedida con la gente. El avión se mueve mucho y es incómodo, nos sentimos aliviados de tocar tierra a las 5:30 en Porto Alegre, Brasil. Hace calor y está horriblemente soleado, luego de un tedioso llenado de formularios y papeles, nos enfrentamos a 300 personas y llegamos a un ómnibus ¡¡de 40 asientos!! Manejamos al hotel donde somos confrontados por todavía más gente gritando "¡¡Hola!!" y encegueciéndonos con flashes mientras bajamos del bus y nos apretujamos en la "recepción". Una visita rápida a nuestros cuartos "llenos de rosas" es seguida por la inevitable conferencia-catástrofe para prensa y TV. Es la usual "prueba de los 60 minutos" y luego comemos.

Comemos pescado, está muy fresco y apetitoso, también lo es, como luego descubrimos, el licor local "Pinger", para la segunda botella la mesa comienza a girar. La cama está lejos. Llejos...


Nota: El diario de la gira y las imágenes las tomé del sitio The Cure en Argentina

http://tcea.com.ar


Un abrazo,
Klau Fimiani
fimiani_claudio@yahoo.com.ar
MSN: claudio_fimiani@hotmail.com

El invierno tan temido

Con ustedes... el invierno. Sólo por tres meses, que parecerán tres siglos. ¿Qué digo tres siglos? ¡parecerán toda una helada Eternidad!

Y porque invierno rima con infierno y con averno, es que a veces convierte a nuestra existencia en un suplicio de hielo.
Se nos hiela el alma y hasta a veces ésta se nos sale del cuerpo, rogando por un poco de vida y calor.

A
sí es. Como cada año, más o menos puntualmente, desde el 21 de junio está con nosotros él, el invierno tan temido. Y llegó para quedarse. Hasta aquel glorioso y ansiado 21 de septiembre...


Y yo, humildemente, solo quiero decirte a vos, invierno, sí, a vos: ¡te odio, invierno! ¡te odio! ¿y sabés qué? ¡no te tengo miedo! ¡que venga el Principito del frío! sí, sí, sí, vos ¿y cuántos más? No me importa, yo no pregunto cuántos son, sino que vayan viniendo.

¡Que muera el frío, carajo! ¡¡que viva el calor!!

Listo, ya me deshaogué. ¿En qué estábamos...?

Un abrazo,

Claudio Fimiani
15-6534-1200/4581-9544

fimiani_claudio@yahoo.com.ar
MSN:claudio_fimiani@hotmail.com
http://claudiofimiani.googlepages.com

miércoles, 4 de julio de 2007

El Alpedismo, alto arte

Este es un chat de hace unos minutos con mi amiga Luna (no Jankowski, otra Luna) quien vive en Santa Rosa, La Pampa, y que ambos consideramos debe quedar en la Historia, para la posteridad, por su, humildemente, alto contenido de sabiduría.

Luna: -¿Cómo anda uté?

Yo Claudio: -Bien ¿y vó?

Luna: -Bien, aquí 'tamos. Al pedo.

Yo Claudio: -Me alegro, pequeñita. Está bueno el Alpedismo. Es un alto arte, ¡ojo...! No cualquiera, eh...

Luna: -No, no, no cualquiera lo puede ejercer, lleva años de entrenamiento para luego poder realmente disfrutarlo.

Yo Claudio: -¡Totalmente! El Alpedismo es algo hasta sagrado, diría. Alto arte.
No cualquiera tiene la capacidad requerida para disfrutarlo sin culpas.
Acordate que en tiempos remotos lo practicaban los más grossos... filósofos, sabios, etc...


Luna: -Sí sí, además están aquellos que no pueden disfrutarlo en lo más mínimo, aquellos que encuentran desesperante el no hacer nada en absoluto y disfrutar así del Alpedismo.

Yo Claudio: -100% de acuerdo. El Alpedismo, así con mayúsculas, es un arte para unos pocos... no es para gente apurada. Es, salvando las distancias, como ir a pescar... no importa si vas a pescar algo o no, lo importante es entregarse a pleno a ese momento, que puede durar horas. El Alpedismo es algo que lleva tiempo, es para relajarse y saborearlo. Es, diría, como vivir en un eterno presente...

Luna: -¡De unaaa!, ¡qué lindo que es 'tar al pedo...! Pero fijate que lo disfruta aquel que normalmente no puede ejercerlo.

Yo Claudio: -No sé... no sé... yo lo ejerzo habitualmente y lo disfruto plenamente, eh...

Le digo más: cada vez lo disfruto un poquito más profundamente. Es como que el arte se va refinando. El Alpedismo de cada día es especial, no es el mismo Alpedismo, es siempre distinto, ¿vio?
Siempre es un Alpedismo nuevo, refrescante... ¿Observó que nunca hay dos Alpedismos iguales?

Pero, claro, eso solo lo sabemos nosotros. De afuera se ve distinto... "Este está siempre al pedo...", dicen los que necesitan hacer 100.000 actividaes productivas por día. Pero no saben realmente de qué hablan. Lo dicen como algo negativo, cuando es todo lo contrario: ¡es hacerle honor a la Existencia misma, disfrutando de las pequeñas cosas, minuto a minuto...!

Luna: -Es una filosofía de vida, a pleno.

Yo Claudio: -¡Claro! Ejemplo: por ahí te ponés a jugar con un mechón de pelo... o a desenredarlo, pensando mientras en vaya uno a saber qué cosas... desentrañando enigmas, contemplando el mundo...
¡Qué disfrute sinigual...! Y cuando terminaste con tal noble tarea, miraste el reloj y pasaron dos horitas... y vos totalmente concentrado en ese precioso, mágico e irrepetible instante...

Y así con cualquier otro detalle. O te ponés a jugar con tu mascota, si tenés una... O a comer... -que es otro alto arte en sí mismo- o a meditar, a pensar, a mirar el techo, a depilarte (sí, yo también me depilo algunas partes), a hacer un baño de inmersión, o lo que se le ocurra.

Pero ojo: la cumbre, el climax de un buen Alpedismo completo, requiere cierto aislamiento, cierta desconexión con todo aquello que atente contra su profundización y concreción. Ejemplo: bajar el timbre del teléfono, apagar el celular, cerrar las puertas, eso lleva casi a un "orgasmo alpédico".

Luna: -¡Siiii...! Qué feo cuando 'tas re concentrado en hacer nada y alguien te cae de visita y vos no querés hacer nada...

Yo Claudio: -Tal cual, Ud. lo ha dicho, porque si un profundo Alpedismo es cortado por el medio por un llamado rompebolas es lo mismo que te corten en medio de una relación sexual.

¿Y cuál es la mejor estación del año para el Alpedismo? el invierno, sin dudas. Para hacer lo que hacen el oso goloso y el oso perezoso (que en realidad es el mismo) y esto es invernar, ni más ni menos. El oso se encierra a comer y a dormir. Cerca del fuego o del calor. Los osos perezosos y golosos, ellos sí son maestros del Alpedismo. Hay que aprender mucho de ellos...

Admito que en tiempos de calor, como primavera-verano, practico un poco menos este arte. Uno tiende a salir, no importa mucho adónde ni con quién, uno quiere salir. Para respirar aire fresco, estirar y mover el cuerpo, tomar sol, etc. Pero cuando viene el frío más intenso... nada mejor que el Alpedismo.

Luna: -Sí, pero ahí -en verano- ya viene el Alpedismo colectivo: juntarse a hacer nada con amigos.

Yo Claudio: -Sí, pero eso ya es otra cosa. Está bueno también, pero es muy distinto. Ese es un alpedismo con minúsculas, es un alpedismo a lo Gran Hermano. Insisto: no digo que esté mal, pero es bien distinto. La cualidad del arte es distinta. Es como impura. En cambio cuando uno está solo, a salvo en su búnker, en un buen refugio y se cumplen estas condiciones climáticas propicias, el arte está en estado puro, nada se interpone, ¿me comprende?
A propósito, ¿me deja publicar este chat en mi Blog?

Luna: -¡Sí, sí, sí! Estos momentos de cultura filosófica no tienen que perderse en el espacio cibernético.

Yo Claudio: -Cierto. Ni en el Cosmos. Ya que vienen del Cosmos, deben volver a él. Es como una devolución a la existencia misma, como un acto de ida y vuelta, como un círculo perfecto que se cierra completo, como un ping-pong de gratitud... Bueh, algo así...

Luna: -Bueno... ya si empezamos a delirar con el Cosmos, divagamos mal...

Yo Claudio: -Bueno, Ud. sabe que yo me guío mucho por el Cosmos.

Luna: -Es demasiado para mi pobre existencia. Y más a esta hora y con cafeína en mi cuerpo...

Yo Claudio: -Bueno, pero no le hablo de nada raro, le hablo de lo que está allá afuera... Porque, tengo noticias para ti: ¡¡hay todo un Universo allá afuera!! Aunque uno casi no lo advierta...
(incluyendo a una Luna, como su nombre).


Luna: -Lo sé, lo sé... Pero es taaaan inmenso, que pasa desapercibido, irónicamente...

Yo Claudio: -Claro, sin duda. Por eso se lo recuerdo, porque nuestro Alpedismo está íntimamente conectado con el Cosmos, Universo y, en última instancia, con aquello que llamamos "Dios", su creador (llámele "Dios" o como más le guste).

Pero eso lo dejamos para una próxima, ¿le parece?

Luna: -Sí, sí, me parece.


Yo Claudio: -Bien, ya mismo lo publico.


Luna: -OK, adiós señor.


Yo Claudio: -Adiós, bella.


Un abrazo,

Claudio Fimiani
MSN:claudio_fimiani@hotmail.com